lunes, 1 de marzo de 2010

5. ¿De espíritus excelentes?

Hola amig@s:

Jimena, por favor, infórmanos: ¿Te hizo algo Salvador?

Mientras Jimena busca tiempo para contarnos sobre el chavo acosador, yo quiero terminar con los antecedentes de mi historia. Continúo:

No quiero que piensen que Bruno era un maniático sexual, o un tipo desagradable que me traía en jaque. Para nada. Era el alma del salón. El asunto era que yo había dejado de interesarle y no me hacía caso. Estaba muy ocupado haciéndose amigo de mis amigos. Un día se iba con Moni, otro día con Laura, otro con Ángela, y así. Llegué a pensar darme de baja de la materia de Volpi y presentarla en extraordinario.

Un día, en el grupo, alguien propuso que saliéramos los viernes y yo me incluí. Así que un viernes fui con todos a chelear a una fonda cerca de la Universidad ($100 la cubeta con seis cervezas de las grandes) y, como siempre, la atención de Bruno estuvo en todas, menos en mí. ¡Fue desesperante! Cuando yo quería decir algo nadie parecía escucharme, todo giraba alrededor del güey. Finalmente, tuve que estar callada toda la reunión para que no se notara que me excluían. Me despedí a las siete de la noche. La neta ya no aguantaba más. Además, no podía llegar muy tarde a mi casa.

Otro día fuimos a comer tortas al Hipocampo y, como ya me había ocurrido en la salida anterior, me arrepentí. Aunque Bruno se sentó a mi lado continuó ignorándome y el resto del grupo parecía que sólo tenía ojos y oídos para él. Este wey estaba resultando nefasto para el grupo. ¿Quién demonios se cree que es? Los que antes eran mis amigos, aquellos con los que tuve buenas pláticas y alegres veladas, ahora no me reconocían, ni les interesaba lo que tuviera yo que decir. Todos me hacían sentir insignificante como una cucaracha. ¡No es posible! Me retiré humillada. Nunca me había sentido más sola en vida. Recordé que, para Schopenhauer, la soledad era la suerte de todos los espíritus excelentes y pensé que, tal vez, sólo tal vez, yo podía ser uno de ellos.

Un beso, Miranda

7 comentarios:

  1. Desde que empecé a leer tu blog no puedo dejar de preguntarme por qué las mujeres son tan clavadas. Por qué pensar tanto en ese güey. Acaso está muy bueno. O tú, Miranda, estás muy fea. Tal vez gorda Ya no sufras, búscate otro.
    En cuanto a mí, si siento a una mujer muy apuntada conmigo, huyo. Me gusta la libertad saber que ella está, pero que no depende de mí. Enseguida se nota si quiere vivir su vida a través del chavo y con alguien así yo salgo corriendo. Me han tocado varias y la neta para el hombre no es fácil. Bruno quiere darte el mensaje: si quieres conmigo tienes que dejarme respirar. No lo agobies.
    Daniel

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  2. Oye Miranda, no has pensado que a lo mejor el tipo ni quiere contigo y tú te la pasas sufriendo y rompiéndote la cabeza pensando en él. No manches. Haz lo mismo. Diviértete, coquetea con tus compañeros, ten tus ligues y vas a ver cómo te vas a ver más interesante y todos van a querer contigo, incluido Bruno.

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  3. Hola:
    Soy nueva en el blog. Miranda a mí me pasó algo parecido, no igualito, por andar de ingenua.
    Fíjate que Toño, un compañero del trabajo, que me veía con mucha insistencia, un día se sentó a mi lado en una junta y me pidió, así, sin decir ni hola, que le escribiera en su laptop mi mail. Me sorprendió y me gustó que fuera tan decidido. Nunca me había saludado, a pesar de ser mi vecino de escritorio y ya tenía yo su computadora en mis piernas. Le escribí mi dirección electrónica. Después, empezamos a mandarnos mensajes. Finalmente, me invitó un café. Quedamos de vernos a la salida del trabajo, el viernes. Yo estaba bien emocionada. Me puse una falda de gamuza que se me ve muy bien, me maquillé (cosa que nunca hago) y me peiné con el pelo suelto (creo tengo buena cabellera). Para mi sorpresa Toño salió corriendo antes de la hora de la cita. Pensé que volvería, lo esperé un buen rato, y el tipo nunca se apareció. Después, ya no me volvió a escribir ni a saludarme. La neta logró hacerme sentir muy mal. No entendía que había hecho yo para que cambiara su actitud. Empecé a pensar en él todo el día, a buscarlo con los ojos, a tratar de sentarme a su lado en las juntas para ver si me daba alguna explicación. No quería ya nada con él, pero aún así me afectó su actitud. Al menos quería tener chance de decirle: Putoño eres un maricón y no quiero nada contigo.
    Después de un mes, se acercó y me ofreció acompañarme hasta mi coche.
    Por no ser grosera acepté su ofrecimiento. Lo notaba extraño, muy hiperactivo. En general, se le veía siempre muy callado, introvertido, y ahora no paraba de hablar y hacerme todo tipo de preguntas: qué si yo tenía muchos amigos, que por qué hablaba con tantos compañeros, que si tenía novio, qué donde vivía, y así. Yo me animé a preguntarle también si él tenía novia y resultó que era casado y con una hija. Me molesté, pero traté de que no se me notara.
    Seguía muy nervioso, como si brincara, moviéndose y disparando preguntas sin esperar mi respuesta. Cuando llegamos a mi coche quería saber por qué no tenía yo novio. Me dijo que siendo una muchacha atractiva eso era muy extraño. Sentí que se me estaba acercando demasiado. Me tomó de los hombros y trató de besarme. Lo empujé. Me abrazó, y tuve que hacer un gran esfuerzo para quitármelo de encima. ¿Qué te metiste? Le pregunté angustiada. Me soltó. Sólo una pregunta más, me dijo. Tenía yo abierta la puerta del auto y trataba de sacudirme a Putoño. Deseaba salir a toda prisa pues ya me estaba dando miedo, no entendía que quería conmigo el fulano. Sólo una pregunta, me volvió a decir. No te vayas aún: ¿Eres lesbiana?
    Pinche tipo, pensé. No me vas a arruinar la tarde. Pero me arruinó mucho más: la autoestima. Ahora, me observa en silencio todos los días desde su escritorio.
    Saludos, Cintia Barrón

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  4. Pues yo les voy a contar lo que me han hecho a mí las mujeres. Bueno, no todas, una en especial. Pero no les daré mi verdadero nombre porque van a pensar que soy un mandilón. Para que vean que no sólo los hombres son manchados, también ellas tienen lo suyo.
    La llamaré Sandra. La conocí por medio de un amigo. Era levemente guapilla y tenía cierta simpatía. No demasiada.
    Yo andaba detrás de Begoña, una vecina. Sandra se las arregló para enemistarme con ella y logró que me mandara a volar. Con el tiempo, después de muchas dificultades, que hasta me da vergüenza relatar, nos fuimos a vivir juntos. Ahí, Sandra convirtió mi vida en una pesadilla. Me armaba broncas continuamente, me hostilizaba, me enfrentaba con mis amigos. Logró que me peleara con todo el mundo, incluida mi familia. Finalmente, me puso los cuernos con mi mejor amigo en MI CASA, EN MI CAMA Y FRENTE A MI PERRO TIRESIAS. ¿Lo pueden creer? Y lo peor, aun no puedo liberarme de ella, no quiere salirse de mi departamento.
    Un saludo, Apolodoro

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  5. Hola Cintia:
    Probablemente Toño detectó algo en tu comportamiento que lo empujó a preguntarte si eras lesbiana. Tal vez das un mensaje de algo que tú aún ignoras. Puede ser. Si te decides a salir del closet búscame aquí. Un beso.
    Lesli

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  6. querido Apolodoro soy mujer y no puedo creer que permitas que te traten asi se ve que eres muy buena onda mantener en tu casa a esa desgraciada Soy Melani Ciprés búscame en el Facebook ahí esta mi telefono por si necesitas apoyo besos

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  7. Apolodoro, Tiresias era ciego, no?

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