sábado, 27 de febrero de 2010

4. El que no ama ya está muerto

Hola amig@s,

No creo que Bruno haría algo como lo que cuentas, Camila. Pero uno nunca sabe, ¿verdad? No todos los patanes son iguales.

Pues mi vida siguió en la depre por algún tiempo. Tuve problemas en algunos exámenes porque me fallaba la concentración. No podía estudiar. Si me sentaba ante los libros no dejaba de pensar en Bruno y las tareas que tenía que entregar se quedaban suspendidas en las teclas de la computadora. Me transformé en una inútil y no lograba desprenderme de mi obsesión. Estoy segura que esto ya les habrá pasado a todos, pero para mí era la primera vez. No podía aceptar que me había enamorado. Esta idea me sonaba ridícula. Y que un desconocido, chorero y mala onda me hiciera sufrir se me hacía inaceptable, yo que en general presumía de no necesitar a nadie. Sin embargo, me acordé de Schopenhauer: “El que no ama ya está muerto”, y me dio gusto formar parte de los vivos.

Gracias Ulises por tu ofrecimiento, pero ahorita no necesito galán.

Un beso, Miranda

viernes, 26 de febrero de 2010

3. La mirada del otro

Hola amig@s:

Quiero seguir adelante con mi historia:

Yo tenía mi grupo de amigos y en varias semanas Bruno, no sólo se había integrado, sino que se había vuelto el líder. Él marcaba el ambiente, decidía actividades, mangoneaba a todos y todas. A mí me ignoraba la mayor parte del tiempo. Sus verdaderos amigos eran los demás, yo siempre quedaba aparte. Recordé que es en la mirada del otro, como nos reconocemos. Y la mayoría de las veces, yo sentía que Bruno me acogía en su hostilidad, no en su aceptación. ¡Imposible reconocerme!

Era muy molesto el cambio que se dio con la entrada de este tipo a nuestra clase. Lo que más me perturbaba era que poco a poco se me estaba volviendo una obsesión, no podía dejar de pensar en él. Lo tenía incrustado en el cerebro. Continuamente me preguntaba, cómo había logrado volvérseme imprescindible si cuando lo conocí no daba ni un centavo por él. ¿Alguien entiende? Y para colmo empecé a soñar con Bruno. Que tonta, ¿no? Cuando no se presentaba a clase, ese día todo me valía un pepino. No sólo esa materia se volvía árida, también todas las demás. Y con el tiempo, no sólo lo que ocurría en la escuela era gris, también el paisaje que me rodeaba: la calle, los pasillos, los jardines de la Universidad, mi casa, todo. Era como vivir a la sombra, como caminar con la luz apagada.

¿Cómo pudo pasarme algo así? Me preguntaba y aún me lo pregunto hoy.

Un beso, Miranda

jueves, 25 de febrero de 2010

2. Imaginación y poder

                  
Hola amig@s:

Espero ya poder considerarlos mis amig@s.
Como les contaba, me llamo Miranda y soy estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras. Siempre he llevado un diario donde escribo los acontecimientos de mi vida y plasmo mis sentimientos. Con estos pequeños recuerdos inicio esta blovela para recibir sus comentarios, que estoy segura me ayudarán en el futuro.

Bruno, que así se llamaba el chavo, no se dedicó a molestarme, aunque me tropezaba con él en todos lados. Según me dijo después es un aficionado a la Filosofía y por eso andaba siempre por ahí.

Un día a la salida de clase apareció sonriente.

“Qué coincidencia.” Me dijo. “Yo también tomo esta clase, somos compañeros”.

“¡Pero yo nunca te había visto por aquí! Estoy segura que no sabes ni qué materia es, ni quién es el profesor”.

“Claro que sí”. Respondió. “Oye, le preguntó a otro estudiante, ¿qué clase es ésta?”

“Imaginación y poder”. Le contestó.

“Imaginación y poder”. Me dijo. “Ya ves, sí sé”.

“¿Y quién es el maestro?” Volvió a preguntar.

“Volpi”. Le dijeron.

“Volpi”. Repitió. “Como ves estoy enterado de todo”.

“Oye, eres puro choro”. Dije.

A partir de ese día asistía a clase martes y jueves sin fallar. Lo que me llegó a molestar fue que, después de saludarme, se dedicaba a coquetear con las chavas más guapas del salón. Parecía una rutina: entraba, se me acercaba, me daba un beso de hola que tal y se iba a sentar atrás. Después de un rato todo eran risas entre los de la retaguardia y yo sentada delante sin saber qué cara poner porque su chacoteo lograba hacerme sentir bien incómoda. El chavo es un perro, quiere con todas, pensé. ¿Y para eso me siguió?

Un beso, Miranda

miércoles, 24 de febrero de 2010

1. ¿La imaginación al poder?

Hola amig@s:

Muchas veces sentimos la necesidad de explicar nuestra vida para lograr apoyo y poner en orden nuestros pensamientos. Es importante, por lo tanto, escoger las palabras y encontrar el tono adecuado para narrar, si deseamos construir una historia creíble. Sin embargo, les contamos a los amigos un relato de ficción, donde nos convertimos en grandes héroes o heroínas, siempre nobles y leales. Todo lo malo siempre es culpa de los otros. Nos esforzamos en vender un retrato atractivo, eliminando nuestros detalles mezquinos, enriqueciendo con aventuras desbordadas el tedio de nuestra existencia para tratar de ganar el interés y la simpatía de los que nos escuchan o leen. La prioridad es pulir nuestra imagen.

Sin embargo, yo estoy decidida a contar mis últimas experiencias a través de este blog, entregarles mi historia, mi novela, (¿podría llamarla blovela?) con los acontecimientos verdaderos, sin fingir bondad donde no la hay, sin querer aparentar lo que no soy. De esta manera siento que podré asimilar mi realidad.

Para empezar, debo decirles que mi vida últimamente es un desastre y todo lo que me ocurre ha terminado con mi tranquilidad. Por esto, necesito tener comunicación con nuevos amig@s que me den sus opiniones y me apoyen. Probablemente para algunos no será fácil comprenderme; yo misma no puedo aquilatar todo lo que me ha sucedido. Pero, por favor, mándenme sus comentarios

No quiero aburrirlos con un rollazo lleno de detalles, aunque pudiera ayudar a que me entendieran mejor. Seré concisa.

Mi historia comenzó con un evento inesperado:

Una tarde, que no tuve clase, fui a la Librería del Sótano para curiosear y matar el tiempo. Pregunté por "Más allá del bien y del mal" de Nietzsche y me dijeron que no lo tenían. Me puse a hojear un libro que llamó mi atención, cuando una voz me arrancó de mi ensimismamiento.

“Lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal”. Dijo.
“¿Cómo?” Pregunté desconcertada.

“Lo dijo Nietzsche, ¿no?”

“Ah, sí, claro.”

“Oye.” Me dijo. “Te conozco y te conozco bien”.

“No creo”.- Contesté, mirando al joven desconocido, de aspecto sonriente.

“Claro que sí. Mira ¿en dónde estudias?”

“Pues tú dímelo. Tú me conoces bien”.

“¿Dónde hiciste la primaria? Creo que ahí fue. ¿No estuviste con la Maestra Valle?”

“¿En qué escuela?”. Pregunté.

“Bueno, ¿por qué no me das tu teléfono para que sigamos discutiendo el tema?”

“Mi teléfono está en el directorio.”

“¿Y tu nombre?”.

“También está en el directorio”. Contesté.

“Necesito volver a verte, no podemos dejar el tema a medias”.

Este tipo es puro choro, pensé. Me alejé simulando buscar otro libro. Vino detrás e insistió:

“¿Estudias o trabajas?”. Preguntó riéndose.

“Estudio”.

“¿Dónde?”

“En la Facultad de Filosofía y Letras”. Le dije e inmediatamente me asombré de haberle soltado la información.

“¿Horarios?”

“Investígalos”. Le dije. “Adiós”.

En un par de días me lo encontré, primero, mezclado entre los estudiantes en el auditorio donde se presentó la conferencia "De la condición natural del género humano, en lo que concierne a su felicidad y su miseria"; posteriormente, en todos los eventos a los que yo acudía y en la cafetería. Después, apareció sonriente en la puerta del salón de mi clase de "Imaginación y poder". O, ¿se llamaba "La imaginación al poder"? No recuerdo bien.

De esta manera empieza esta historia, que me ha hecho muy feliz y muy desgraciada a la vez. Pero ya es tarde. Mañana sigo.

Un beso, Miranda