sábado, 27 de febrero de 2010

4. El que no ama ya está muerto

Hola amig@s,

No creo que Bruno haría algo como lo que cuentas, Camila. Pero uno nunca sabe, ¿verdad? No todos los patanes son iguales.

Pues mi vida siguió en la depre por algún tiempo. Tuve problemas en algunos exámenes porque me fallaba la concentración. No podía estudiar. Si me sentaba ante los libros no dejaba de pensar en Bruno y las tareas que tenía que entregar se quedaban suspendidas en las teclas de la computadora. Me transformé en una inútil y no lograba desprenderme de mi obsesión. Estoy segura que esto ya les habrá pasado a todos, pero para mí era la primera vez. No podía aceptar que me había enamorado. Esta idea me sonaba ridícula. Y que un desconocido, chorero y mala onda me hiciera sufrir se me hacía inaceptable, yo que en general presumía de no necesitar a nadie. Sin embargo, me acordé de Schopenhauer: “El que no ama ya está muerto”, y me dio gusto formar parte de los vivos.

Gracias Ulises por tu ofrecimiento, pero ahorita no necesito galán.

Un beso, Miranda

5 comentarios:

  1. Miranda:
    Por favor no generalices. No todas somos así, ni a todos nos ha pasado lo qué a ti te pasa. Lo que yo pienso es que tienes un problema de autoestima. Busca ayuda. Patricia

    ResponderEliminar
  2. Jimenita, por favor. Queremos tu historia.
    Fito

    ResponderEliminar
  3. Hola chavos:
    Soy Jimena. Pues bien. Les contaba que por aceptar una cita a ciegas a través de internet, me había conseguido un acosador que se me aparecía como un fantasma invisible en todos lados y conocía todos mis movimientos. Me decía cosas como: oye te vi en el cine. ¿Qué te pareció la película? ¿Tom Cruise ya se ve ruco, no crees? O: hoy te veías preciosa con tu blusa amarilla. Ese escote se te ve de pelos. O: no me gusta que se te acerquen otros güeyes, no andes de facilota.
    Estuvo grueso. Me recordaba una historia horrible que vi en el cine donde un compañero de escuela se dedicaba a vigilar a sus propias amigas y las iba matando una por una.
    El tipo me estaba enfermando. Traté de ubicar al güey que me había dicho que se llamaba Salvador. Lo buscaba por todos lados, en la calle, en el cine, en el parque, en el autobús, quería identificarlo. Pensaba que si podía verle la cara ya no me daría tanto miedo. Le pedí en un mail que por favor dejara de acosarme que le iba a hablar a la policía. En respuesta me mandó otro diciendo: jajajajajajaja
    Uy, ahí viene mi jefe. Estoy en mi trabajo. Soy contadora en una compañía de seguros. Son unos pinches negreros. Mejor mañana sigo. Adiós.

    ResponderEliminar
  4. Hola Jimena:
    Que tú acosador se llame Salvador ¿no es una ironía? No mames.
    Daniel

    ResponderEliminar
  5. Jimena es la ironía.

    ResponderEliminar